El árbol de los enamorados de Medellín (España)

Arbol de los Enamorados (Medellín - Extremadura - España)

EL ÁRBOL DE LOS ENAMORADOS DE MEDELLÍN (España).  

         El acebuche1 u olivo silvestre forma parte del paisaje del bosque mediterráneo asociado a encinas, algarrobos, y alcornoques. Puede alcanzar alturas de hasta 10 metros, pero es poco usual. Lo común es encontrarlo como forma arbustiva o matorral. Las plantas de esta especie son muy resistentes –especialmente a la sequía-, recias y correosas; se adaptan bien a los suelos pobres siendo sensibles a los fríos intensos y a la excesiva humedad.

       El árbol de los Enamorados de Medellín, es un viejo acebuche nacido entre rocas de cuarcita en la parte alta de la ladera noroeste del castillo de la villa, en un pequeño saliente amesetado,  a pocos metros de la Torre Norte (también conocida como Torre del Encierro o Torre de la Condesa). El porte de este ejemplar tiene una gran copa -unos cinco metros de altura por unos nueve de diámetro, en estimación aproximada-, y el tronco, que emerge entre rocas, se ha retorcido por la vejez. Su edad supera los 100 años como atestiguan todas las personas a los que se ha interrogado en las últimas décadas.

       El acebuche ocupa un lugar privilegiado con vistas al Guadiana, a las Vegas del Ortigas, del Martel y del Guadiana, pudiéndose divisar hasta la Sierra de Montánchez. Cuando en otoño las pequeñas aceitunas, de tamaño poco mayor que un garbanzo, tornan al color negro de su madurez, en contraste con el verde de las hojas, el árbol adquiere una especial belleza.

       Indagando en alguna posible historia local relacionada con el árbol, no hemos podido constatar ninguna. En cuanto al origen del nombre parece que el hecho de encontrarse apartado, en un entorno de gran belleza paisajística, y el de ofrecer intimidad a las parejas de enamorados ha sido determinante en que se le apellidara como “árbol de los enamorados”. Además, para algunas personas una de las piedras entre las que emerge el tronco se asemeja a un corazón, y otras encuentran en este ejemplar una simbología de la fuerza del amor, pues “el árbol crece rompiendo las rocas”. 

        Era y es costumbre, sobre todo de las parejas de enamorados, sentarse bajo su gran copa contemplado el paisaje y aprovechando un rato de intimidad, camuflados entre su ramaje. Actualmente está sin podar y desde lejos se puede ver toda su grandeza. Un árbol singular y muy popular entre los habitantes del pueblo, sobre todo de los mayores.

      A nivel más prosaico, suele ser lugar un lugar donde, con frecuencia, se citan personas que van a dedicar la mañana "coger espárragos" en las laderas del Castillo. Su ubicación también es un sitio muy estimado por los fotógrafos, por las vistas que se aprecian desde allí. El padre de la actual propietaria de la finca, D. Francisco Ortiz Moreno, utilizaba este lugar estratégico para espantar a los grajos, que causaban grave daño a la aceituna del olivar de su propiedad donde se encontraba inserto el acebuche (acehuche, en terminología local).

     No tenemos constancia de la fecha aproximada en que a este acebuche se le comenzara a nombrar “árbol de los enamorados”. Las personas mayores de Medellín no aportan referencias concretas, porque la zona de paseo de la juventud metelinense de la primera mitad del siglo XX se circunscribía a la carretera, desde la calle Colombia hasta el puente de época barroca. Todas la personas de generaciones posteriores conocen al mencionado acebuche con el nombre de árbol de los enamorados.

      Sin duda, este valioso ejemplar de olivo silvestre se constituye hoy como un punto de referencia presente en la cultura popular metelinense. Un lugar icónico, por la tradición de las visitas a este paraje, y un magnífico elemento botánico y paisajístico que enlaza con el Sitio Histórico de Medellín, en cuanto se halla a escasos metros del majestuoso castillo medieval de la Villa.

 

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1.     El acebuche u olivo silvestre es considerado por los botánicos tanto como una subespecie del olivo común (Olea europea sylvestris), como una especie distinta (Olea oleaster). De hecho, cuando un olivar se deja de cultivar, los olivos se van “acebuchando” y ofrecen muchas de sus características.

     El acebuche adopta formas de arbusto o matorral. Comparado con el olivo, sus tallos son más recios y robustos, las hojas más anchas y de un color más oscuro e intenso. Su fruto, la acebuchina, es una aceituna pequeña –a veces del tamaño de un garbanzo-, y su cosecha mucho más escasa. En algunos lugares se elaboran aceites caseros con la acebuchina, debido a la bajísima rentabilidad de una elaboración industrial.

 


 © Tomás García Muñoz

26 de septiembre de 2021
 

AGRADECIMIENTOS:

Nuestro reconocimiento a todas las personas que han colaborado con sus testimonios en la confección de este artículo: Francisco Almaza Romero, José Ángel Calero Carretero, Domingo Haba Ortiz, José Antonio Haba Jiménez, Mª de los Ángeles Moreno Palomares, Pedro Antonio Segura Ortiz.

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