4VISITANTES ILUSTRES DE MEDELLÍN.

 

 

 

Don Sebastián, rey de Portugal. 

     Al morir en 1557 Juan III de Portugal, le sucedió en el trono su nieto don Sebastián, que tenía sólo tres años de edad, quedando como regente su abuela Catalina, hermana de Carlos I de España.

    Según crecía, fue desarrollándose en el joven monarca un obsesivo afán de rememorar los tiempos de las Cruzadas y, en concreto, de dirigir una contra los musulmanes del norte de África.

    A tal fin, se reunió con su tío Felipe II en Guadalupe, en la Navidad de 1576 para intentar convencerle de que se uniera a la empresa, a lo que éste no se avino.

    Camino de Guadalupe es recibido en Medellín, acogiéndole el IV conde de Medellín - D. Rodrigo Jerónimo Portocarrero- en su villa y Castillo.

 

"Sucedió en el Eftado de Medellín a fu padre don Juan Portocarrero, tercero Conde, Don Rodrigo Gerónimo Portocarrero, quarto Conde de Medellín, cavallero de la Orden de Alcántara, muy oftentoso y bizarro en todas sus aficiones, ferviaffe con gran magftad, y tan dado a todo género de caza, que esa fu único empleo. Fue muy favorecido del rey don Sebastián, a quién en la jornada, que hizo a Guadalupe (para defpeddirfe de fu tio el Rey Salomón de Efpaña y cnfustarle la malograda intentada empresa de Africa) afsiftió y firvió con tanto lucimiento y oftentación que defde Mérida a Guadalupe (que ay 19 leguas) hizo toda la cofta al Rey, y a fu cafa, en que gaftó más de quatrocientosmil ducados. Y entre otras cofas de valor le dió cinquenta cavallos con fus jaezes y aderezos. Y fu Alteza fe moftró agradecido en lo que pudo y vifitó a la Condefa fu muger, que fe habia hido a poffar (por dexarle todo fu Palacio) a las cafas que oy vive el Lic. don Alonfo Velazquez, Vicario de Medellín y Viffitador General del Obifpado de Plafencia". 

Solano de Figueroa, J. (1650: cap. VI, párrafo II, nº 155)

  

 

      De esta visita, quedó en el "argot" popular de algunos pueblos extremeños un dicho:  Sentar una cosa peor que la nieve de Medellín:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

FELIPE V

   Felipe V, Isabel de Farnesio el príncipe Fernando, María Ana Victoria  y los infantes debieron hacer noche en Medellín a mediados de enero de 1729, si hemos de ser fieles a la Gaceta de Madrid: 

    La Gaceta de Madrid de 18/01/1729, nº 3, en su pagina 12, dice:

     "Madrid, 18 de Enero de 1729.- Los Reyes, la Princesa del Brasil, el Príncipe y los Infantes prosiguen su viaje con perfecta salud. Hacen noche sus Majestades y Altezas en Casarrubios, Torrijos, Talavera, Oropesa, Navalmoral, Zarzalejo, Villamesia y Medellín. Siguen a los Reyes en el viaje el Nuncio, y los Embajadores de Alemania, Francia, Portugal, Cerdeña, Venecia y Holanda, y los Ministros de Inglaterra y Módena."

    La corte viajaba a Badajoz, puesto que el 20 de enero de 1729 se casó en la catedral de esa ciudad Fernando VI de Borbón, hijo de Felipe V y María Luisa de Saboya, con la princesa Bárbara de Braganza (1711-58), hija de los reyes de Portugal Juan V y Mariana de Austria, al mismo tiempo que su hermanastra María Ana Victoria (princesa de Brasil, hija de Felipe V e Isabel de Farnesio) contraía matrimonio con el heredero de Portugal, rey con el nombre de José I (1750-77). Con esta doble boda se pretendía reconciliar a los dos reinos peninsulares, después de casi un siglo de rivalidad.

(De momento no disponemos de información con la que podamos describir esta visita)

  

 

 

 

 

 

 

 

LA INFANTA CARLOTA

 

        Es bastante probable que la Infanta Carlota Joaquina, primogénita del rey Carlos IV de España y de su esposa María Luisa de Parma, tuviese previsto pasar por Medellín de vuelta de su matrimonio en Portugal. Aunque no disponemos de fuentes originales, si nos atenemos a lo publicado en La Gaceta de Madrid, estaba previsto que pasase por la Villa de Medellín. No obstante, en su viaje de vuelta pasó por Badajoz y Mérida (14 de mayo), Miajadas (15), Trujillo (16), Jaraicejo (17)... No disponemos de noticias de su viaje de ida: 

Gaceta de Madrid de 29/04/1785, nº 34, pp. 271 y 272:

     "Madrid, 29 de Abril de 1785.- La infanta Carlota se ha puesto en Marcha para Portugal . Han besado la mano de S.M. una diputación de la Real Academia de la Historia... Se obliga a los traficantes a que saquen el ganado de la Villa de Medellín. (...)

    Por resolucion de los Sres. del Real y Supremo Consejo de Castilla en sala 1ª de Gobierno de 11 del corriente, se ha mandado librar Provision para que la feria que se celebra anualmente en la Villa de Medellín de principio el 25 de Mayo de cada año, continuando hasta el 31 del mismo inclusive ; y pasados dichos dias, sin detencion alguna se obligue á los traficantes á que saquen sus ganados del termino de dicha Villa:

  

    La Infanta Carlota Joaquina, hija de los reyes de España (Carlos IV de Borbón y Mª Luisa de Parma) fue forzada a casarse, el 8 de mayo de 1785 (con apenas 10 años de edad), con el príncipe Juan VI de Portugal, segundo hijo de la reina María I (quien más tarde enloquecería); en 1788, con la muerte del heredero de la Corona portuguesa, el primogénito José, príncipe de Beira, Juan pasó a ser el primero en la línea de sucesión. Por locura de su madre, éste se volvió regente del reino a partir de 1792, y por consiguiente, Carlota se convirtió en princesa-regente de Portugal.  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ALFONSO XII.

(Visita Medellín el día seis de febrero de 1879). 

Alfonso XII viaja a Extremadura en Febrero de 1879,con motivo de la inauguración del ferrocarril directo de Madrid a Ciudad Real y Badajoz.

 

        Transcribimos el texto de Fr. Enrique Escribano en el que aparece la crónica  que elAlfonso XII. (Retrato que se conserva en el Museo Naval de Madrid). redactor de La Época, Don Alfredo Escobar, enviara a su periódico y el comentario autógrafo que D. Vicente Barrantes (después de Agosto del 1894) teje en torno al mismo, aclarándolo y corrigiendo algunas inexactitudes. Esta transcripción abarcará sólo los permenores relativos a su visita a Medellín.

Cronista:

   "... Desde Badajoz a Mérida fue un viva prolongado. Se perdían los últimos acordes de la Marcha Real y se empezaban a distinguir los de la próxima estación.

    Aguardaba a S.M. en la estación un coche, en que tomaron asiento el Rey, el Señor Cánovas del Castillo y el cronista de Extremadura, Señor Barrantes".

Barrantes:

        "Larga explicación requiere este párrafo, al cual no se la di yo entonces por no sé qué ocupaciones o disgustos que me abrumaban, pues pude sacar mucho partido de aquel suceso.

        El Rey en Badajoz me hizo entrar en su wagón, y en el almuerzo, entre el Montijo y Mérida, sentado a su derecha. Como era tan locuaz me hizo hablar mucho, y como íbamos casi pegados, mi falta de dientes le salpicaba la manga del uniforme, cosa para mí de grandísimo apuro y para él de jolgorio. Estaba completamente ayuno de las antigüedades de Mérida, y le llamaron mucho la atención los libros que yo llevaba a la mano para el caso,..."

    Cronista:

        "Antes de llegar a Ciudad Real nos detuvimos también en Medellín, patria de Hernán Cortés. Cómo sólo se pudo avisar una hora antes, Medellín no se preparó con banderas y colgaduras, pero salió en masa a la estación a vitorear a S.M."

    Barrantes:   

    " Ya he dicho cómo fue a Medellín el corresponsal de La Correspondencia. Al de La Época, firmante de esta carta, jurara haberle visto en la estación esperando el regreso de S.M. y me lo confirma el que no cuenta de visu lo ocurrido entre el Rey y el cura, que no deja de ser periodicable"·.

 

 

 

 

   Grabado de la época, publicado en La Ilustración Española y Americana. Año XXX, nº VI (Madrid, 15 de Febrero de 1876). En primer lugar el autor parece destacar la parroquia de San Martín, o quizás ¿el Convento de San Francisco?

 

 

 

 

 

    "Viendo que aquel joven tan llano y simpático, aunque poco entendido y entusiasta de lo antiguo, estaba dispuesto siempre a llenar su papel de Rey moderno, me ocurrió en Mérida una idea. Al preguntarme: -- <<No hay más que ver?>>, le dije; -- <<No, señor; pero habría dos cosas que hacer, que darían a V.M. en Extremadura grandísima popularidad, por lo mismo que no están en el programa del viaje>>. -- <<¿Cuáles son?>>, me preguntó en seguida, porque si pueden hacerse las hago>>.     -- Dos visitas, una a la casa de Hernán Cortés en Medellín, y la otra al famoso monasterio de Guadalupe, cuya virgen es patrona de e ídolo de los extremeños. La primera es fácil, porque vamos a pasar muy cerca y el pueblo tiene estación en el ferrocarril; la segunda requiere mayores preparativos y tiempo, por estar Guadalupe a ocho o diez leguas de la línea>>.

   -- <<¿Qué le parecen  a V., Cánovas, dijo el Rey, estas ideas de Barrantes?>>.  --<<Que en Guadalupe no podemos pensar; es muy dilatorio>>.

    -- <<Lo siento, dijo el Rey; pero tiene V. razón. Otra vez será. ¿Y lo de Medellín?>>  -- <<Tú que dices que es fácil, me increpó Cánovas, ¿podrías arreglarlo?>> -- <<Ya lo creo>>. --<<¿Habrá carruajes en Medellín?>> --<<Lo dudo; pero como tardaremos todavía una hora en llegar, telegrafiando a los alcaldes de Don Benito y la Serena encontraremos en la estación de Medellín lo que allí no haya>>   -- <<Nada de exigencias, ni de melindres, Cánovas, dijo S.M. viendo que se daban las órdenes para telegrafiar. Si no hay carruajes que envíen caballos; si no hay caballos, burros; y si no, iré a pie. Estoy resuelto a ir. Le agradezco mucho a Barrantes su buena idea>>

        No pareció tan bien a muchos de la comitiva; pero como no hubo tiempo para argüir, pues nos metimos luego en el tren, se contentaron con murmurar hasta Medellín. Yo iba temeroso de que hubiera faltado tiempo; pero al acercarnos a la estación respiré. Se veían venir a campo a través echando venablos por aquellos arenales dos o tres coches más o menos lucidos, carros y bastantes caballerías.

        El Rey saltó como un corzo al primer carruaje que hubo a mano, seguido de Cánovas y de algún palaciego, creo que Oñate. Lo que recuerdo mejor es que el noticiero de La Correspondencia, Peris Mencheta, hermano del hoy Obispo de Coria, no se acomodó en el pescante, como dice Escobar, porque venía ocupado por el cochero y el dueño, sino en la capota, tendido y agarrado sabe Dios cómo, lo que nos hizo mucha gracia, así como al Rey, y nos pareció una temeridad, pues al ponerse en movimiento el carruaje oscilaba el hombre como una lámpara. Algún otro ministro como Silvela (Manuel), q.e.p.d.), y otros pocos de la comitiva, se acomodaron como pudieron, sobrando a la postre medios de locomoción, aunque no apetitosos por supuesto.

        Mayor número de los que fueron se quedó en la estación (1), cubriendo el expediente con decir que el Rey no había dado tiempo. La tarde estaba nebulosa y fría, y las horas largas de paseos por el andén pusieron a la gente de muy mal humor. Entonces estalló la tormenta contra mí. El Duque de Sexto, coreado por sus parásitos de cámara, se me vino con una furia gritando que mi extremeñismo ridículo había metido al Rey y al Gobierno en un mal paso, que a un muchacho tan temerario y loco (textual), como Don Alfonso, no se le debía aconsejar empresas temerarias, que de lo que menos se acordaba nadie en Extremadura era de Hernán Cortés ni del pueblo donde nació, y por último cuán grande sería mi responsabilidad si ocurría un vuelco, un accidente, un ataque a mano airada, pues ni siquiera se había podido escalonar la Guardia civil en el camino, etc.,etc.

    Confieso que este último argumento exagerado y absurdo a toda luz, inspirado más por la adulación que por la fe monárquica, amenguó bastante la inquietud que sentía por lo del vuelco, que en efecto podía ocurrir y aún era verosímil que ocurriera, y a mí no se me había ocurrido; e iba a contestar a Pepe Alcañices, cuando el malogrado Conde de Toreno tomó mi defensa con un calor que le agradecí en el alma. Dijo que en peligros políticos era ridículo pensar que las empresas valientes siempre salen bien, que si los extremeños no se acordaban de Hernán Cortés más agradecerían que el Rey se acordara; y yo me limité ya a decir, que cuando el Gobierno y sobre todo el Presidente había aprobado mi idea no sería tan mala, por lo cual la responsabilidad ya no era mía, y excusada mi defensa, que ni el Rey ni el Gobierno necesitaban.

   Sin embargo, estuve en brasas hasta que vi a la caravana volver por el arenal. El Rey, satisfechísimo, gozando con los apuros del pobre cura, única autoridad que había en el pueblo, cuando le dijeron que el Rey se le echaba encima sin decir agua va. Me contó que se le atarugaban las palabras, y acabó por ponerse de rodillas. Pero lo que más le regocijaba era que el pobre Silvela venía a pie, porque el carro en que se metió se había inutilizado a mitad del camino. En efecto, el tren tuvo que esperarle bastante rato y el Ministro de Estado, de frac y corbata, algo panzudo y ya achacoso, llegó el último de todos los rezagados entre los gritos de la concurrencia, incluso Su Majestad, que le acusaba de tener detenido al tren por falta de piernas.

   Algo le insinué de lo que había ocurrido con el Duque de Sexto, y me contestó que no hiciera caso, que Él había comprendido la importancia de mi consejo y me lo agradecía, que lo mismo le había dicho Cánovas por el camino.

   Y en efecto, cuando en el año 83 se propuso en Consejo de Ministros mi nombramiento de Gobernador Civil para Manila, felicitó calurosamente a Núñez de Arce, según me contaron éste y Sagasta, diciéndoles que tales nombramientos honraban al Gobierno que los hacía. Después, cuando fui a despedirme de El, estuvo tan cariñoso que salió a la antecámara a darme la mano para que no resbalara en el mármol, y llamá a Doña. María Cristina para presentarme a ella. Al hablarle por cortesía de instrucciones, me dijo --<<Mejor sabe V. que yo lo que tiene que hacer en Manila>>.

   ¡Malogrado joven! Era la última vez que nos veíamos"

 (1) Entre ellos, como se desprende de la narración, el propio Barrantes, debido, tal vez, a la maldita pata de palo. que hubo de llevar, desde 1859, en un accidente de carruaje que pudo costarle la vida.

Grabado de Medellín, Ciudad Real y Badajoz, con motivo de esta visita del rey estas ciudades, 

y de su entrevista con el rey D. Luis de Portugal.


ESRIBANO, Enrique Fr. -Franciscano- (1941): "Alfonso XII  Barrantes". (Apuntes biográficos).

Centro de Estudios Extremeños.

 

 

 

 

 

 

VISITA A MEDELLÍN DEL GENERAL PRIMO DE RIVERA 

(c.d. 9 de Octubre de 1926)

 

        "Acompañamos al General Primo de Rivera, a aquel gran español, en todos los viajes que realizó por tierras extremeñas, y siempre hacía que fuéramos explicando algo de la historia, de cuantos monumentos o cosas notables encontrábamos en nuestro camino. Recordamos un día con verdadera... Pasábamos por Medellín y nos dijo:

         Entramos en el pueblo... Todo el vecindario se echó a la calle y los gritos de ¡Viva el General Primo de Rivera! ¡Viva el salvador de España!, se sucedían sin cesar.

       Y al llegar a la estatua, se cuadró y saludó militarmente. Se quedó estático; sus ojos, de mirada de águila, se nublaron de agua... No había nada fingido; sabía sentir como Don Alfonso XII, la pulsación sublime del amor a la Patria.

      Un coro de chicas rompió el solemne silencio, todo un poema, del insigne Marqués de Estella;

 «somos los hijos 

de Hernán Cortés» (1)

      Días después de la escena muda, pretórica de emoción, publicaba la Prensa un artículo del Dictador, del que cortó la sangría de la Patria en tierras africanas, relatando la impresión de la visita".

(1) Acaso se refiera el autor al himno de la Virgen de Guadalupe.

RUJULA Y DE OCHOTORENA, José (Marqués de Cidoncha) y SOLAR Y TABOADA, Antonio del. 

Hidalgos y Caballeros. Notas sobre personas y cosas de Extremadura que tomaron enlos archivos

Monte de Piedad y Caja de Ahorros. Badajoz, 1945, pp. 15-22.

 

Reseña del Acto en Periódico La Vanguardia del día domingo, 10 de Octubre de 1926

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ALGUNOS REGIDORES, ALCAIDES Y ALCALDES DE MEDELLÍN:

Siglo XIV.

Siglo XV.

 

 

Siglo XVI.

 

Siglo XVIII.

Siglo XIX.

    Bajo su mandato se derribaría un torreón y un arco de la Puerta de la Villa dejando la fisonomía actual de la Torre del Reloj.

 

(1) El Alcalde Mayor era alcalde de la Tierra de Medellín (las aldeas y tierras dependiente de la Villa), aunque también tenía funciones municipales.

 

Siglo XX.

  

 

Dos fotografías de D. Julio Gálvez García-Bordallo (Octubre de 1921)

      Otras personas que ocuparon cargos en la Corporación, antes de 1938. (pendientes de confirmar)

Pedro García García.  Fue alcalde? Datos imprecisos pendientes de confirmar //Juan Antonio González Villa.   Alcalde durante la República.  (muerto en la misma)? // Enrique Gómez Tena.   Datos imprecisos. (Muerto  en la Contienda Civil)? // Benito Méndez _______.   ¿ alcalde durante la la Guerra Civil.? // // Palomares Prieto.  Con datos imprecisos y sin confirmar

 GUERRA CIVIL y FRANQUISMO

CONSTITUCIÓN DE 1978

 

P.D. A medida que vayamos obteniendo más datos contrastados  iremos completando este listado de alcaldes de la villa. Algunos regidores municipales no están colocados cronológicamente, debido a no poder datar con exactitud su mandato. Si algún lector puede ofrecernos datos nuevos agradeceremos su participación.

 Deseo aportar datos relativos a los alcaldes de Medellín.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

S. A. R. El príncipe don Felipe de Borbón es nombradoFotografía del Pergamino entregado el Príncipe de España, en el que se le nombra Alcalde perpetuo de la Villa. En él están representados los símbolos más importantes de la villa: kilyx, medallón s.palestino, castillo... (Cortesía del Excmo. Ayuntamiento). 

ALCALDE PERPETUO DE MEDELLÍN.

 

 

        El 28 de Mayo de 1996, en acuerdo de pleno del Excmo. Ayuntamiento de Medellín, a instancias de su Alcalde-Presidente, se concede a S.A.R. el Príncipe de Asturias, don Felipe de Borbón y Grecia, el título de Alcalde perpetuo de Medellín.

 

        El nombramiento se hizo efectivo el 11 de Junio de 1996, con motivo de una visita a Extremadura de su S.A.R. el Príncipe de Asturias. Con tal motivo, recibió a la Corporación Municipal en el Parador Nacional de Turismo de Mérida, y se comprometió con ella en visitar la Villa  y recoger la Vara de Mando, que junto con el Pergamino del nombramiento -entregado en esa audiencia- conforman el protocolo de tal distinción.

Fotografía de la Corporación Municipal con el Príncipe don Felipe, en la recepción ocurrida en el Parador Nacional de Mérida. (Junio de 1996)